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 | Padre Gustavo Ruiz

Los Padres Apostólicos

Podemos entender por “Patrología” aquella parte de la historia de la literatura cristiana cuyo objetivo es el estudio de los autores antiguos que nos legaron obras sobre teología, los llamados Padres y Doctores de la Iglesia. Ellos son parte de la Tradición de la Iglesia. Son las personas a la que los Apóstoles evangelizaron y nos dejaron sus obras y las maneras de celebrar nuestros sacramentos.

Hoy podemos considerar como Padres de la Iglesia solo a los que reúnen cuatro condiciones necesarias: 1. Ortodoxia de doctrina, es decir, que toda su teología este en comunión con la Iglesia; 2. Santidad de vida, que, en el sentido de la iglesia antigua, cuando no se basaba en la canonización expresa, sino en el reconocimiento y Veneración de la vida ejemplar por el pueblo fiel; 3. Aprobación eclesiástica, es decir, el reconocimiento dado a la persona y a su doctrina por la Iglesia; 4. Antigüedad, esto es, que pertenezcan al periodo de la antigua iglesia. Ahora podemos conocer quienes fueron los Padres apostólicos.

Los Padres Apostólicos son aquellos escritores cristianos que compusieron sus obras entre el siglo I y el siglo II. Sus enseñanzas pueden llegar a tomarse como un eco fiel de las predicaciones de los Apóstoles, y eso debido a que, o conocieron directamente a los Apóstoles, o a algunos de sus discípulos directos. Sus escritos están marcados por un profundo carácter pastoral y con una estrecha relación con el Nuevo Testamento, por lo que es licito considerarlos como eslabones entre la época de la Revelación y la de la Tradición. También ellos son testigos de máxima importancia para la fe cristiana católica. Pertenecieron a regiones distintas del Imperio Romano (de Asia Menor, de Siria, de Roma, etc.) y nos dan una imagen clara de la doctrina cristiana católica del siglo I. Recordemos que no había protestantes en este tiempo. Solo católicos.

Estos son algunos escritos de los Padres Apostólicos:


1. La Didache, o Doctrina de los Doce Apóstoles. No se sabe su fecha de composición, pero fue formada por varios autores. Tiene una estructura de 4 apartados: a) La enseñanza sobre los dos caminos; b) Indicaciones de carácter litúrgico; c) Regulación de los ministerios apostólicos; y d) Un epilogo escatológico.

2. La Carta a los Corintios de San Clemente de Roma. San Clemente fue el tercer Papa de la Iglesia Católica. Es una carta muy extensa con un total de 65 capítulos tras un breve epilogo. Data entre el año 94 y 97. Es una exhortación a la paz y la concordia.

3. Las Cartas de San Ignacio de Antioquia, segundo Obispo de la sede de Antioquia en Siria. Esta colección de cartas nos presenta una solicitud pastoral en contra del error cristológico llamado docetismo (una herejía).

4. San Policarpo de Esmirna. Fue consagrado Obispo de Esmirna por el Apóstol San Juan. El escribió la Carta a los Filipenses. La escribió en torno al año 117. La carta contiene 14 capítulos con una serie de consejos a los fieles para permanecer coherentes con la predicación del Apóstol San Pablo.

5. El Martyrium Polycarpi, también llamado Carta de la Iglesia de Esmirna a la Iglesia de Filomelio. Tiene 22 capítulos y habla sobre la extraordinaria personalidad del anciano Policarpo.

6. Papias, Obispo de Hierapolis en Frigia Menor, contemporáneo de Ignacio y Policarpo. Papias oyó predicar al Apóstol San Juan. El escribió hacia el año 130 la Explicación de las sentencias del Señor, compuesta de cinco libros.

7. La carta de Bernabé. Es un trabajo teológico que data de entre los años 70 y 130. Quizás escrita en Alejandría o Siria-Palestina. Su objetivo es llevar a los fieles a buscar el conocimiento en la fe.

8. El Pastor de Hermas. Es de genero apocalíptico, pero busca ser una exhortación a la penitencia. Data de entre los años 130 y 140. Su contenido es de 3 secciones: visiones, mandamientos y semejanzas (parábolas).


Estos autores y sus escritos son muy importantes para la Iglesia Católica y ocupan un lugar muy esencial en la Historia de la Iglesia. Son escritos muy cercanos a los libros del Nuevo Testamento, esto es, de la Biblia. ¡Dios los bendiga!