El Encuentro con Cristo: Ser un Discípulo que Ora por los Sacerdotes
Ahora mas que antes necesitamos encontrarnos con Cristo en nuestra vida. Para esto, un paso fundamental es ser un discípulo llamado a orar mucho por nuestros sacerdotes. Cada vez más rápido estamos notando una disminución de las vocaciones sacerdotales. Siempre es necesario hacer más oración por nuestros sacerdotes.
Al ser un buen discípulo de Cristo, debemos de preocuparnos por encontrarnos con Cristo en nuestros sacerdotes. Ellos también son discípulos de Dios que oran y dan su vida por todas las personas, especialmente en las Misas y al rezar la Liturgia de las Horas. Por eso, nos encontramos con Cristo en los sacramentos que nos son dados por los sacerdotes.
Por ejemplo, ¿nos hemos preocupado por saber las necesidades de nuestro sacerdote? ¿Hemos preguntado cuando cumple años nuestro sacerdote? ¿Estamos atentos a la salud física del sacerdote? ¿Hemos invitado a nuestras casas a los sacerdotes? ¿Nos conoce nuestro sacerdote? ¿Pasamos tiempo con nuestro sacerdote?
Nuestros sacerdotes también son humanos que necesitan que cada uno de nosotros los ayudemos en su misión. Si queremos encontrarnos con Cristo en la Eucaristía, necesitamos ir al Santísimo o a la Santa Misa. Sin sacerdotes no hay Cuerpo de Cristo, no hay Santísimo, no hay Eucaristía. En palabras sencillas, no hay discípulos que quieran tener un encuentro con Cristo vivo sin sacerdotes.
Al orar por los sacerdotes, debemos pedir por los sacerdotes enfermos, por los sacerdotes agobiados por alguna tribulación, por los sacerdotes desanimados, por los sacerdotes que tienen a sus padres o hermanos enfermos, por los sacerdotes que tienen que hacer decisiones difíciles en su trabajo pastoral y por las intenciones de todos los sacerdotes que puedan caer en tentación.
Los discípulos somos los alumnos de Cristo. Aprendemos lo bueno de la vida para dar testimonio de Cristo a los demás. Es por esto por lo que, al orar por los sacerdotes, también estamos encontrándonos y experimentando a Cristo: a Cristo el evangelizador, a Cristo el profeta, a Cristo el que visita a los enfermos, a Cristo el que nos da la Eucaristía. Este Cristo es el sacerdote que se ha consagrado para darnos el Cuerpo y la Sangre de Cristo y para perdonarnos nuestros pecados.
Por tanto, el llamado a ser buen discípulo de Cristo y, al experimentar un encuentro personal con Cristo, nos exige conocer, respetar y ayudar más profundamente a nuestros sacerdotes. ¿Nos hemos preocupado por hacer oración por las necesidades de nuestros sacerdotes? Piensa un poco y detente. Haz una pausa en tu vida y conoce a Cristo por medio de un sacerdote. Pues la mayoría de las veces solo buscamos a un sacerdote por conveniencia: para que bendiga mi casa, mi carro, para que escuche mis problemas, para que me haga un milagro, etc. Siempre lo buscamos porque necesitamos algo. Ahora imaginen que ya no hubiese sacerdotes. ¿Qué haríamos?
En síntesis, ora por tu sacerdote y conócelo. Así, podrás experimentar a Cristo vivo en una persona que, aunque frágil y débil, es sacerdote y que Dios le ha regalado la vocación a ser discípulo y servidor de todos. Empieza este nuevo año con la misión de conocer mejor al sacerdote y, así, amar mas a Cristo por medio de los sacerdotes. ¡Dios los bendiga!