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 | Padre Gustavo Ruiz

¿CÓMO PODEMOS DIALOGAR CON LOS HERMANOS SEPARADOS?

“Pues no me avergüenzo del Evangelio, que es fuerza de Dios para la salvación de todo el que cree.” (Romanos 1, 16) !YA NO ES TIEMPO PARA VIVIR AVERGONZADOS DEL EVANGELIO!

Hoy ya no funciona el truco de poner un letrero en la puerta diciendo: "Este es un hogar católico no se acepta propaganda protestante", porque los protestantes, los evangélicos y las sectas (como los mormones) ya están adentro del hogar a través de la televisión, de la radio y de la propaganda persona a persona en las fábricas o en el campo.

Recordemos que Jesús aconseja prepararnos para la batalla con los hermanos separados al hacer oración, al leer más la Biblia, al estudiar más nuestra fe y al consultar a sus párrocos. Pero tampoco te dejes intimidar. Los hermanos separados sueltan muchas citas de memoria. Esto apantalla a muchos. Sin embargo, es necesario estudiar más sobre nuestra fe católica. Para dar razón de tu fe es necesario conocer y haber entendido. Júntate con tus amigos, en tu casa o en tu parroquia a reflexionar sobre la fe con una Biblia con comentarios, el Catecismo de la Iglesia Católica y videos de YouTube. 

Ellos siempre tienen las mismas preguntas: ¿María tuvo más hijos?, ¿Es idolatría venerar las imágenes?, ¿Debemos bautizar a los niños?, ¿Tienen poder los hombres para perdonar los pecados?, ¿La Eucaristía es un símbolo o una realidad?, ¿Fundó Cristo muchas Iglesia o una sola?, ¿Es el Papa el Anticristo?, etc.  Conoce la doctrina de los protestantes. Ellos afirman que basta la sola Biblia para conocer la verdad, pero la Biblia dice que debemos creer no sólo en lo escrito sino también en lo enseñado de viva voz. (Lea 2 Tesalonicenses 2, 15)

Dicen que no debemos obedecer a los sacerdotes, ni a los Obispos, ni al Papa. ¿Por qué entonces ellos le hacen caso a su pastor? Ellos exigen que tú les pruebes todo con la Biblia, pero si tú les pides que te prueben que su interpretación es la única verdadera, no lo pueden hacer. Y cuando le pruebas, con la Biblia en la mano, lo que la Iglesia enseña: que debemos alabar a María (Lucas 1, 48); que los hombres reciben el poder de perdonar los pecados (Juan 20, 23); que debemos de comer la carne y la sangre de Cristo para tener vida eterna (Juan 6, 54); que Cristo fundó una sola Iglesia (Mateo 16, 18); que sí podemos llamar "padre" a los hombres (1 Corintios 4, 15), etc. ellos no lo aceptan. ¿Por qué? Porque ellos no creen en la Biblia, sino en lo que les dice su “pastor”. Es decir, creen sólo en sí mismos solamente y a su conveniencia.

Para dialogar con los hermanos separados, primero exígeles que no hablen mal de nuestra Iglesia ni de los sacerdotes. El hablar mal y el criticar no es cristiano. La primera enseñanza de la Biblia es el amor y el respeto a los demás. Después, pídele que te platique un poco de su Iglesia, de su fundador, de cuales son sus creencias y de que fue lo que le motivo a entrar a dicha iglesia. Luego, habla tú de lo que a ti te convence y atrae de la Iglesia Católica. Los protestantes son muy buenos para debatir sobre el tema que ya se saben de memoria, pero si lo sacas de ahí, no pueden seguir dialogando. Ten preparadas tus preguntas: ¿Quién es tu fundador?, ¿La Iglesia que Cristo fundó no funciona y la de tu fundador sí?, ¿Acaso el hombre puede ser más sabio que el mismo Cristo?, ¿Cuándo se fundó tu iglesia?, ¿Cómo puede ser la Iglesia de Cristo una Iglesia fundada 1500 años después de Cristo?

Recuerda que Dios es el único que puede tocar nuestros corazones. Ponte en manos de Dios y recuerda también que, si tú no estás un convencido y no practicas tu fe, nunca podrás convencer a nadie. Si no sabes, di "No sé," y añade, "La próxima ocasión que nos veamos te tendré la respuesta". Si señala errores de la Iglesia, reconócelos, pero aclara que no por eso deja de ser la Iglesia de Cristo. Preséntale la otra cara de la verdad: el heroísmo de sus mártires, el celo de sus misioneros, la caridad de tantas mujeres consagradas al servicio de los pobres, la grandeza de sus santos, etc. Recuerda invitarlo a la Iglesia Católica y a que conozca al sacerdote. ¡Dios los bendiga!