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 | Por Sheri Wohlfert

Ayudando a los Niños a Ser Responsables

Nuestros niños están creados con una hermosa variedad de dones, talentos y rasgos de personalidad. Desafortunadamente, ser responsable no es algo para lo que nuestros hijos estén programados. La responsabilidad, coherencia y perseverancia son comportamientos aprendidos. Aquí hay algunas ideas para ayudar.

La verdad: Los niños de todas las edades odian las tareas del hogar y harán cualquier cosa para evitarlas. Esto no los hace difíciles; simplemente los convierte en niños. Es nuestro trabajo definir las normas, dar el ejemplo y establecer consecuencias que sean más indeseables que las tareas que están tratando de evitar.

El plan: Establezcan claramente las responsabilidades de cada niño. Expliquen cuáles son algunas de estas y hablen sobre lo que sucede si no se cumplen. Por ejemplo, su responsabilidad como padre es lavar la ropa, y la de su hijo es recoger la ropa que necesita ser lavada. Compartir responsabilidades hace que la familia “funcione”, por lo que todos los miembros de la familia tienen un papel.

Empiece temprano: Es mucho más fácil recoger los juguetes de un niño pequeño usted mismo; pero sentarse en el suelo, entre un mar de juguetes y sosteniendo una canasta para que los guarde, con el fin de entrenarlos, dará sus frutos a la larga. Los niños quieren ayudar a esta edad, y algo tan simple como vaciar la basura del baño es una forma de comenzar a aprender a ser responsables. Mi hijo pequeño, el más terco, se encontró con un recipiente de bocadillos vacío, porque no había guardado sus juguetes ni vaciado el bote de basura del que era responsable. Le di un beso en la mejilla y le dije que yo sería responsable de poner arándanos en su plato, tan pronto como se hiciera cargo de sus responsabilidades.

Cuando lo hacen bien: Nos damos cuenta y les regañamos cuando descuidan sus responsabilidades, pero debemos percatarnos cuando lo hacen bien. No necesitan un trofeo, un simple agradecimiento por ser responsable y poner su ropa en la canasta será suficiente. Recuerdo cómo mi hija pequeña sonrió durante la oración vespertina cuando le dije que estaba agradecida por los inodoros relucientes y limpios. La tarea que temía se convirtió en una de la que se enorgullecía.

Consecuencias magistrales: Nuestros niños y muchos de sus amigos criaban animales 4-H, y parte de sus responsabilidades eran asegurarse de que estos estuvieran alimentados, les dieran agua, hicieran ejercicio y tuvieran un corral limpio. Dos de sus amigos tuvieron dificultades para levantarse lo suficientemente temprano en la mañana como para prepararse y cuidar a sus cerdos, antes de la escuela. Sabían que su madre tomaría el relevo, si se olvidaban. Tuvieron razón las dos primeras veces, pero la tercera que sucedió, mamá llegó a la escuela con su ropa de trabajo, entró en las aulas de las niñas y les dijo a las maestras que sus hijas debían irse por un corto tiempo para ir a casa y alimentar a sus cerdos hambrientos. Las mejores consecuencias no son menospreciar, degradar o hablar en un tono emocional o enojado, ya que provocan una reacción. Nuestros niños podían alimentarse solos, pero los animales que cuidaban, no, por lo que eran responsables de alimentarlos, antes de alimentarse ellos mismos.

Corrección oportuna: Si un niño no realiza la limpieza de la mesa o pone la ropa lavada en la canasta, castigarlo no es la respuesta. Restarle tiempo frente a la pantalla, quitarle las llaves del auto o un juguete favorito, hasta que cumpla con sus responsabilidades, son medidas que se basan en la acción y son útiles.

Llamar a los ayudantes: Los santos existen para interceder por nosotros y ayudarnos a crecer en santidad. Compartan y conecten las historias de Santa Teresa de Lisieux, el hermano Lawrence o decenas más como ellos que convirtieron responsabilidades simples y mundanas en una oportunidad para acercarse más a Dios.


Sheri Wohlfert es maestra de escuela católica, oradora, escritora y fundadora de Joyful Words Ministries. Sheri escribe un blog en www.joyfulwords.org.