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 | Por Patricia Mish

Superar los nervios del primer día

¡Conseguí el trabajo! Estoy entusiasmado con esta nueva oportunidad, pero tengo un caso de nerviosismo del primer día. ¿Cómo puedo superar mis miedos a no encajar (o no poder encontrar el papel de la fotocopiadora)?

Todos hemos estado allí. Ya sea el desafío de recordar los nombres de los 23 compañeros de trabajo que conociste en tu recorrido por la oficina del primer día o descubrir cómo usar la impresora, las primeras semanas en un nuevo trabajo pueden ser emocionantes y estresantes. Sin duda, ¡los nervios del primer día son reales!

Incluso semanas después, poder ubicarte y saber dónde encajas dentro del equipo puede llevar tiempo.

Como con cualquier experiencia nueva, nunca dudes en hacer preguntas. Tus nuevos compañeros de trabajo estarán ansiosos por ayudarte y muchos harán todo lo posible para darte la bienvenida al equipo. Trae una actitud positiva, así como la voluntad de escuchar y aprender de los demás. De esta manera, antes de que te des cuenta, ya no te sentirás como un novato.

Sé paciente contigo mismo. Aprender un nuevo trabajo y las responsabilidades específicas que este conlleva toma tiempo. Al final de tu jornada laboral, crea una lista de tareas pendientes (anotando cualquier pregunta que tengas) para mañana. Así que ve a disfrutar de tu noche, ya mañana podrás empezar a trabajar.

Ser uno mismo. Recuerda que el gerente de contratación te eligió por una razón. Puedes estar seguro de que aportarás las habilidades y experiencia necesarias a tu nueva organización. Los proyectos de equipo e incluso las reuniones pueden ser una oportunidad para conocer a tus nuevos colegas y comenzar a desarrollar las fortalezas de los demás.

Incluso en las mejores culturas laborales, no todos los empleados se llevan bien y, a veces, se producen alianzas poco saludables o chismes. Sabemos que pocas organizaciones son perfectas, y eso también se aplica a las familias e iglesias. Como nuevo empleado, llega felizmente ignorante de estas dinámicas y puedes permanecer así, siendo amigable con todos y evitando los chismes de la oficina.

No dejes tus valores cristianos en la puerta de la oficina. La honestidad, integridad y colaboración contribuyen en gran medida a las interacciones en el lugar de trabajo. Y, por supuesto, mantener la fe. Cualquier experiencia nueva (un cambio de trabajo, una mudanza e incluso matrimonio) puede generar estrés. Lleva tus preocupaciones al Señor, agregando la oración a tu lista mental de tareas pendientes. Puedes usar tu viaje de la mañana o la tarde para orar o escuchar música inspiradora. Incorpora tiempo de oración en tu hora de almuerzo o incluso en descansos para estirarte.

Si lo haces, puede tener beneficios inesperados, tal vez no solo aliviando el estrés que sientes, sino también despertando la creatividad a medida que enfrentas los desafíos del día. ¡Nunca subestimes al Espíritu Santo!