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 | Por Patricia Mish Editora gerente, FAITH Grand Rapids

Haciendo la transición de compañero de trabajo a supervisor

¡Amo a mi equipo! Disfrutamos de almuerzos de cumpleaños, “la hora feliz” y charlas en la pausa para el café. Gracias a un reciente ascenso, ahora soy gerente de nuestro departamento. ¿Cómo puedo pasar de ser un compañero de trabajo a un supervisor?

¡Felicidades! Qué nuevo capítulo tan emocionante. Además de las mariposas habituales que puede sentir al comenzar un nuevo rol, puedo imaginar que la dinámica social al inicio puede parecer incómoda.

Anímese: lo más probable es que sus compañeros ya lo reconozcan como líder. Sus habilidades de liderazgo y capacidad para comunicarse bien con los demás casi con seguridad se tuvieron en cuenta para su promoción.

Dicho esto, tanto usted como sus compañeros de trabajo necesitarán tiempo para adaptarse.

Aquí es donde el concepto de "liderazgo de servicio" puede tener un significado que lo ayudará a usted y a su equipo a transitar por este cambio. En una homilía en 2016, el Papa Francisco dijo esto: “Jesús nos enseñó que el que manda debe ser como el que sirve. O, si uno quiere ser el primero, debe ser el servidor de todos”.

¿Cómo es eso en la vida real?


Es posible que le preocupe que sus antiguos compañeros desafíen su autoridad, ya sea consciente o inconscientemente. Sin embargo, es poco probable que eso suceda en una cultura donde los empleados se sienten respetados y valorados. ¿Cómo se desarrolla ese tipo de cultura? Comuníquese abiertamente y establezca expectativas claras. Al mismo tiempo, solicite comentarios de su equipo y aproveche sus fortalezas a medida que establece objetivos y asigna tareas.

Cuando surgen problemas en el lugar de trabajo, puede construir sobre la base de la confianza que ha creado. Tenga una conversación directa, pero hágales saber a sus empleados que se preocupa por ellos y quiere ayudarlos a superar cualquier obstáculo que puedan enfrentar.

¿Qué pasa con las reuniones sociales? Los miembros de su equipo pueden relacionarse con usted de manera diferente ahora o dudar si invitarlo a “la hora feliz” y similares. Si continúan socializando juntos, deje en claro que no está supervisando su tiempo social. Encontrará ese punto medio.

Recuerde, no todo el mundo aspira a ser el jefe. Lo más probable es que la mayoría de los miembros del equipo estén complacidos de verlo en una posición de liderazgo y agradezcan tanto su visión como dirección.

A medida que avanza, puede desarrollar una cultura de colaboración que aproveche los dones de cada miembro del equipo. Como escribe San Pablo, “No hagan nada por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de ustedes considere al otro como más importante que a sí mismo”. (Flp 2, 3)