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 | Por Sheri Wohlfert

¿Sobreproteger o simplemente mantener a salvo a los niños?

Parte 2

Criar hijos santos, sanos y seguros es el objetivo de todos los padres. Este mes profundizaremos en las formas en que podemos hacerlo dentro la cultura actual, formas que nos permiten hacer lo que es mejor para nuestros hijos sin agobiarlos ni microgestionarlos.

 

Arraigados en la fe

Si nuestras expectativas y normas están arraigadas en la fe, así como orientadas a ayudar a nuestros hijos a convertirse en santos, explicar por qué están ahí se convierte en algo sencillo. Si un comportamiento, una situación social o una relación alejan a nuestros hijos de Jesús, es una razón de peso para evitarla o cambiarla.

Situaciones sociales

Tienen que conocer a los "amigos" de sus hijos. El voluntariado en la iglesia y en la escuela le permite conocer a los niños con los que sus hijos pasan el día. Apréndase los nombres para poder establecer una conexión cuando su hijo llegue a casa y hable de tal o cual.

Conocer el lugar

Si su hijo pequeño recibe una invitación y usted no conoce a la familia, conózcala, invite al niño a su casa o diga que no. Cuando son adolescentes, se aplica la misma regla, pero también se extiende a los lugares públicos. Hable de los lugares, planes y personas que estarán allí, también haga preguntas. Confíe más en la conversación que en el rastreador de su móvil... una conversación significativa sobre sus expectativas y preocupaciones siempre es mejor que confiar en la tecnología.

Elecciones y consecuencias

Toda elección, buena o mala, tiene una consecuencia, y esa lección tiene un valor incalculable. Si queremos a nuestros hijos lo suficiente como para establecer normas y expectativas, tenemos que estar dispuestos a dejarles elegir, pero también a dejarles vivir con las consecuencias. Si eligen ver Netflix en lugar de estudiar para sus exámenes, tienen que vivir con la consecuencia de una mala nota en el examen sin que tengamos que pedirle al profesor que lo repita o permitirles que culpen de la mala nota a algo que no sea su elección. Con los niños más pequeños ocurre lo mismo. Enfrentarse a una habitación de juguetes sin su objeto favorito, porque decidieron no guardarlo cuando se les pidió, puede ser un reto en el momento, pero esta lección tiene un valor incalculable, por lo que vale la pena el dolor de verles vivir las consecuencias de sus elecciones.

Límites

Los niños deben conocer los límites, ya sea del tiempo frente a la pantalla o de la interacción social. Deben ser claros, coherentes y aplicarse. Si cada límite que establecen tiene sus raíces en la fe y los niños conocen las consecuencias de salirse de esos límites, pueden eliminar el drama y la personalidad de los problemas. Si el seguimiento es coherente, todo será más sencillo. También es bueno recordar que los niños pondrán a prueba los límites... eso es lo que hacen los niños y, en la mayoría de los casos, esos contratiempos realmente los ayudan a aprender y avanzar. Los límites y las consecuencias tanto coherentes como afectuosas permiten a los niños equivocarse, aprender y tomar mejores decisiones.

Independencia dependiente

Nuestra cultura aprecia la independencia, y ayudar a nuestros hijos a ser responsables contribuye a fomentarla. Pero no olvides enseñar a los niños que incluso la persona más independiente del mundo sigue dependiendo completamente de Dios.


Sheri Wohlfert es una esposa, madre, abuela, oradora y escritora católica. Su blog está en www.joyfulwords.org.

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