Share this story


 | Por Nancy Rosebush Schertzing

Para Rocío, “Dios nos da oportunidades todos los días para que veamos su rostro en los demás”

Siempre he sabido que Dios está conmigo”, simplemente nos dice Rocío. “Mi Tita solía contarnos cuando niños las historias más maravillosas. A medida que crecía y asistía a Misa, ¡me di cuenta de que muchas de las lecturas eran las historias que me contaba mi Tita!

“Amaba mucho a Dios, a los 10 años, decidí que quería ser monja. A medida que crecía, mi amor por Dios nunca flaqueó, pero a los 15 años conocí a un chico y pensé en cambiar el objetivo de mi vida para poder amar a Dios y a mi familia”. Sonríe.

“Aunque mi camino de vida cambió, mi amor por el Señor no cambió en lo absoluto. Me alegra mucho servir a los demás en su nombre, sin importar mis trabajos. Durante la preparatoria, atendía mesas en el restaurante de mi tío Mario. Poco después de graduarme, Felipe entró a mi vida y supe que era él con quien envejecería. Solo salimos tres semanas antes de comenzar a planear nuestra boda.

“Durante nuestro compromiso, solía rezar: 'Dios, realmente amo a este hombre, pero no estaré con él si él no te ama como yo'. Tuvimos la oportunidad de asistir a un Cursillo, lo animé a ir y fuimos. Durante el retiro, Dios le reveló a Felipe todas las formas en que su amor estuvo presente a lo largo de su vida. Y Felipe se enamoró de Dios como lo había hecho yo en mi infancia.

“Sabía que Dios me había dado el hombre con el que construiría una vida. Después del Cursillo, Felipe fue a México a pedirle a mi mamá mi mano en matrimonio.

“Mis padres y hermanos vinieron a Adrian para nuestra boda, pero mi tío Mario y mi tía Virginia y primos eran la única familia que teníamos aquí. Nuestros invitados eran mis clientes del restaurante. ¡La familia de Felipe no pudo unirse a nosotros, pero celebramos con mucha alegría!

“Nuestras hijas nacieron de ese amor. Fabiola vino tres años después de nuestra boda, luego Ariana y Lily. Fabi ahora nos ha dado una nieta y otra hija vendrá muy pronto.

“Dios me guía y yo le sigo. Me da oportunidades todos los días, cada minuto, para ver su rostro en los demás y para ayudar donde pueda. Esto fue especialmente claro cuando nuestra hija Ari estuvo grave. Ella había estado expuesta a una intoxicación grave por plomo cuando fuimos a México a visitar a la familia. Casi muere”. Los ojos de Rocío se llenaron de lágrimas al recordar esa ocasión.

“Ari es una estudiante universitaria ahora y ya está bien. Pero su enfermedad me llevó a pasar mucho tiempo en clínicas y hospitales. Cuando los pacientes tenían preguntas, especialmente aquellas que no entendían inglés, yo las ayudaba traduciendo las instrucciones de atención, brindándoles información sobre las normas y reglamentos. Me encantó servir en esos tiempos oscuros.

“Cuando Ari recuperó su fuerza, la directora de mi clínica de salud me preguntó si quería trabajar para ellos. Me capacitaron como asistente médico, me enseñaron cómo tomar la presión arterial, ayudar a los pacientes a completar el papeleo y traducir ya lo había hecho antes.

“¡Dios estaba viendo! Pone a las personas en nuestro camino y nos da oportunidades de amarlo ayudando y amando a los demás.

“Mi vida estaba ocupada y llena de felicidad. Criamos a nuestras hijas y participamos en nuestra iglesia. Leía la palabra del Señor durante la Misa, estaba y sigo en el coro y ministro de Eucaristía en la parroquia de la Sagrada Familia, antes Sta. María en Adrián. Más allá de la Misa, participé en el ministerio de migrantes y en la Sociedad Guadalupana. ¡Había tantas maneras de servir al Señor!

“Cuando nuestra hija menor, Lily, tenía siete años, comenzó a actuar diferente, se enojaba mucho. La llevé al doctor y su médico nos envió a hacerle pruebas que indicaban cáncer.

“En todo momento, les decía que estaban equivocados. A pesar de que la biopsia indicaba claramente cáncer, no creía lo que los médicos decían de la salud de nuestra pequeña hija. Pero sabía que yo no podía cambiar las cosas, ni cambiar a las personas. Dios está en control.

“Dios nos había dado a Lily, y necesitaría una razón para llevársela. Recé: ‘Señor, me disté a Lily, y ella es tuya. Pero si podemos tenerla un poco más’ . . .” La voz de Rocío cae en un ronco susurro mientras las lágrimas caen por sus mejillas. “Pedimos oraciones a nuestra parroquia y familias. Ella estaba muy enferma.

“Eventualmente, Lily necesitó más de una transfusión, que pareció revivirla lo suficiente como para que pudiéramos ir a casa hasta la próxima biopsia. Mientras estábamos sentados en el consultorio del médico, nos llevó mucho tiempo esperar los resultados. Finalmente llegó el doctor, ‘No sé por dónde empezar’. Dijo, ‘Lamento la demora, pero tuvimos que regresar para asegurarnos de que realmente teníamos la biopsia de Lily y no la de otra persona. Esta médula ósea es completamente diferente de su biopsia anterior’.

“Le dije, ‘Lamento mucho que Dios haya tenido que confundirte, doctor. Pero él estaba trabajando en un milagro para nosotros’. Después de eso, Lily ha estado en un horario de chequeos regulares y está completamente libre de cáncer. Una vez al año, ve a su oncólogo para un chequeo, pero hoy es una bella y fuerte joven de 19 años.

“A través de esa terrible experiencia, y por un total de casi 13 años, he tenido el privilegio de servir a Dios desde su casa como coordinadora de la oficina en la parroquia de Sta. María – Sagrada Familia ahora. Sirvo a Holy Family como coordinadora de la oficina, y tengo extra-deberes para amar y apoyar a nuestros feligreses [recién unidos] y aquellos fuera de nuestra iglesia que necesitan ayuda. Mis ojos están abiertos a lo que Dios tiene reservado para mí, y eso me hace feliz.

“Mi pasaje bíblico favorito proviene de la segunda carta de San Pablo a Timoteo (2 Tm 4: 6-8). Espero que un dia resuma mi vida:

‘Porque yo ya estoy para ser derramado como una ofrenda de libación, y el tiempo de mi partida ha llegado. He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe. En el futuro me está reservada la corona de justicia que el Señor, el Juez justo, me entregará en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman Su venida’.