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 | Por Steve y Bridget Patton

Nuestros estilos de crianza son realmente diferentes

Mi esposa y yo tenemos estilos de crianza dramáticamente diferentes, de los que no nos dimos cuenta antes de que los niños tuvieran cuatro años. Uno de nosotros quiere negociar más, mientras que el otro quiere decir "porque lo digo yo" a todo.

La mala noticia es que cada uno de ustedes tiene el potencial de causar formas únicas de daño a sus hijos. La buena noticia es que cada uno de ustedes también tiene el potencial de aportarles sus fortalezas únicas. La mejor noticia es que al trabajar juntos, no solo pueden minimizar cualquier daño que de otro modo podrían causar, sino que también pueden aprender y confiar en las fortalezas del otro.

Los niños necesitan que sus padres les proporcionen una vida equilibrada. Por un lado, necesitan estructura y disciplina, pero por el otro, necesitan elección y libertad. Demasiado de uno y no suficiente del otro puede causar agitación para ellos y para ustedes. Encontrar ese equilibrio nunca es fácil para ningún padre, y mucho menos para dos padres muy diferentes. Pero el hecho de que sean tan diferente puede ser una ventaja para ustedes. Cada uno puede abogar por "un lado" y al mismo tiempo aceptar al "otro lado" como un sistema de controles y equilibrios.

La clave para hacer que esto funcione es apreciar que: 1) ninguno de ustedes es una autoridad absoluta en la crianza de los hijos; 2) cada uno de ustedes necesita las fortalezas y perspectivas únicas del otro; y 3) ambos necesitan aprender y hacer cambios. Así que lean libros y asistan juntos a clases sobre la crianza de los hijos. Además, escuchen a tu pareja.

Tengan como meta darles a sus hijos el mismo tipo de experiencia de crianza que Dios nos da.

Sí, Dios nos proporciona todo tipo de reglas, límites y orden. Pero Él nunca ejerce Su autoridad sobre nosotros, y tampoco quiere que lo hagamos. (1 Pe 5:3) Al contrario, Él ejerce Su autoridad solo para que nos convirtamos en los hijos responsables, sanos, felices y verdaderamente libres que Él quiso que llegáramos a ser.

Y, sí, Dios también quiere que hablemos con él. Quiere escucharnos. Y quiere que tomemos nuestras propias decisiones mientras nos movemos libremente como Sus hijos dentro de Su reino. Pero, por nuestro propio bien, también nos permite experimentar toda gama de consecuencias a nuestras decisiones.

En resumen, nuestro estilo de crianza debe ser como el de Dios: con el amor como nuestra única motivación y el amor como nuestro único objetivo.

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