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 | El Obispo Ron Hicks

Music has Legs (La música tiene piernas)

Hace dos semanas, una buena amiga mía, Marlene Byrne, me envió una copia de su nuevo libro, co-escrito por David Haznaw. El título es Music has Legs (La música tiene piernas). Si buscas un libro que resalte la amorosa providencia de Dios y lo que es posible cuando la gente común se reúne para traer algo de luz y bondad al mundo, te lo recomiendo encarecidamente.

El libro sigue la verdadera y triunfante historia de Juan Manuel Pineda, quien nació con un paladar hendido y perdió las dos piernas en un fuego de casa cuando niño. Después de ese trágico evento, fue criado en un hogar de niños huérfanos y abandonados en El Salvador, llamado Nuestros Pequeños Hermanos (NPH.) Durante su jornada de vida, su talento musical fue descubierto y finalmente entró a la escena para compartir su música e historia con el mundo.

Vi a Juan por primera vez en el 2005 y lo conozco personalmente. Sentí humildad al leer que Marlene y David resaltaron mis conexiones con él. Honestamente, creo que me dieron demasiado crédito y me presentaron más sabio de lo que soy.

Al mismo tiempo, me encantó que su narrativa expresara amor y respeto por la Iglesia Católica y por todo el bien que tratamos de hacer en el nombre de nuestro Salvador, Jesucristo.

Al leer el libro, me llené de recuerdos de mis cinco años viviendo y trabajando en NPH en El Salvador. Me recordó que constantemente traté de enseñar, no sólo a Juan, sino a todos los niños, la importancia de expresar gratitud.

Parte de ser un buen padre es enseñarle a los hijos a ser agradecidos, para que se conviertan en adultos generosos en lugar de sentirse con el derecho a todo. Mientras crecía en South Holland, IL, mis padres nos educaron a mi hermano y a mí sobre el valor de ser agradecidos y expresarlo. Nos enseñaron a escribir notas con mensajes de agradecimiento cuando recibíamos regalos y a siempre hacerlo antes de cobrar el cheque.

A lo largo de mi vida como cristiano, mi formación incluyó aprender a adorar a Dios con oraciones diarias de gratitud. Como nos recuerda muy bien Santa Teresa de Lisieux, “La oración es una aspiración del corazón. Es una simple mirada dirigida al Cielo. Es un grito de agradecimiento y amor en medio de la prueba, tanto como en la alegría.” La palabra "Eucaristía" proviene de una palabra griega que significa "acción de gracias." Por lo tanto, en todo sacrificio santo de la Misa, tenemos la oportunidad de darle gracias a Dios. La gratitud es esencial para crecer en nuestras vidas espirituales y central para quiénes somos como católicos.

Debemos darle gracias a Dios diariamente por las bendiciones que hemos recibido. La gratitud no es una expresión ingenua que niega el dolor, el sufrimiento y las tragedias en nuestras vidas. Más bien, nos ayuda a reconocer que la luz de Dios siempre brilla incluso en medio de las tinieblas. Siempre me ha inspirado la fe y la valentía de Santa Gianna Beretta Molla, quien capturó el poder de la gratitud con sus palabras: "El secreto de la felicidad es vivir momento a momento y dar gracias a Dios por lo que nos está enviando cada día en su bondad.”

Al comenzar como su nuevo obispo, la gratitud es lo primero que quiero compartir con ustedes en mi primer artículo en la revista, Cristo es nuestra Esperanza. Desde el día de mi instalación, el 29 de septiembre, mi corazón ha estado lleno de gratitud y alegría por haber sido llamado a la Iglesia de Joliet. Les agradezco a todos ustedes... los fieles, los religiosos y el clero.

Gracias por todas sus expresiones de bienvenida, oraciones y apoyo. Y más importante, gracias por todas las formas en que practican su fe y edifican el cuerpo de Cristo a través de sus oraciones, generosidad y amor. Gracias también por sus ministerios con los no nacidos, los pobres, los marginados, con los demás, los enfermos, los que sufren, el medio ambiente y con todos los que están en la Iglesia.

Al acercarnos al Día de Acción de Gracias, espero y ruego a Dios que sea uno lleno de muchas bendiciones. Los animo a tener corazones llenos de gratitud y que lo expresen con frecuencia a Dios y a los demás.

Por favor, continúen orando por mí. Y sepan que yo estoy orando diariamente por ustedes y con enorme gratitud.

Paz y bien,

Obispo Ron Hicks

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