Misa del Obispo Earl Boyea el día de la inauguración de la liga de soccer en el Condado de Clinton
El Domingo, 28 de Abril, el Obispo Earl Boyea, con la ayuda del Padre Tim Nelson y el Diácono Carl Boehlert, celebró la misa para la comunidad hispana que se reúne cada año durante el verano para la liga de fútbol en la que participan hispanos de varias localidades de nuestra diócesis, e inclusive de diócesis vecinas del Estado de Michigan.
El Padre Tim Nelson, al contar la historia de cómo comenzó a acercarse a esta comunidad de hispanos, platica: “Hace un par de años, había escuchado que muchos hispanos se reunían para jugar soccer en un sitio del condado de Clinton, así que decidí ir a ver y encontré que había cientos de ellos. Sabiendo que la mayoría de ellos son católicos, decidí que podíamos celebrar la misa ahí en el campo y comenzamos a celebrar la misa en domingo ahí dónde ellos jugaban soccer”.
Para todos los hispanos católicos, es un gran honor poder asistir a una misa con el obispo de la diócesis. El Obispo Boyea tiene un compromiso continuo de servir a la comunidad inmigrante, y su “sí” inmediato como respuesta cuando fue invitado a celebrar esta misa es una prueba de ello.
Conocí a Tim Berry el miércoles de ceniza cuando el Padre Eric Weber y yo fuimos a las granjas a llevar las cenizas a los trabajadores. Una de esas granjas era la granja para la que Tim ha trabajado desde los 14 años. Platicando con él, le comenté que uno de sus trabajadores con el cual yo había estado en contacto, me comentó que ya había platicado con él para solicitar que el Obispo fuera a celebrar la misa a la granja. Su respuesta inmediata fue un “sí”, y, desde ese momento, su “sí” fue entusiasta, sabiendo que no todos los días el Obispo viene a oficiar la misa a la granja. Le dije que esto era una gran bendición de Dios.
Tim se encargó de designar un buen sitio en la granja para celebrar la misa y tener todo listo para recibir a los asistentes. Al preparar todo para el evento, Tim mencionó: “Sólo espero que las vacas no se escapen a la mitad de la misa”, a lo que le contesté, “¿Pasa seguido que se salgan las vacas?” y dijo, “Todos los días”. Afortunadamente este día se portaron bien.
Es muy emocionante ver como el entusiasmo de muchos fue lo que hizo posible esta celebración. Los Señores Pascual y Humberto trajeron sus micrófonos y equipo de sonido, un coro de hispanos de una parroquia en Howell y Arnold Hennings se encargaron de la música, Michelle Parker y el Padre Michael Williams de la parroquia de St. Joseph en St. Johns ayudaron a traer todo lo necesario para celebrar una misa en una granja, el Padre Tim Nelson viajó desde Jackson para celebrar con el Obispo y trajo una pila bautismal portátil para el bautizo celebrado ese día, los trabajadores de la granja acomodaron las sillas y mesas para el altar y para las ofrendas. Muchas personas de la Diócesis colaboraron para ayudar a asegurar que tuviéramos todo listo para ese día, entre ellos los diáconos Tom Fogle y Ken Pries así como Jeremy Priest.
Durante esa semana, el clima loco de Michigan no prometía tener un buen clima para el día del evento al aire libre, y tanto Tim como yo estábamos nerviosos escuchando el pronóstico del tiempo. Al inicio de la semana, se pronosticaba que el día de la misa iba a nevar, pero para la mitad de la semana el pronóstico indicó que tendríamos un día soleado. Y tuvimos un hermoso día soleado ese día, lo que se sentía como la gracia de Dios favoreciéndonos para poder celebrar esta misa.
La misa fue todo un éxito, y no sólo los jugadores y sus familias asistieron, también varios de los granjeros estuvieron presentes. Además de todas las sillas preparadas, había mucha gente de pie.
En su homilía, el Obispo Earl Boyea habló de Tomás el incrédulo, el discípulo de Jesús que se negó a creer que el Mesías había resucitado, a menos que pudiera tocar sus heridas. El Obispo Boyea reflexionó acerca de la realidad de la iglesia, que es el cuerpo de Cristo y que también tiene heridas causadas por nuestros pecados. El Obispo dijo, “Jesús quiere que pongamos nuestras manos en las heridas de éste su Cuerpo, su Iglesia. Él no quiere que nos alejemos enojados, sino que saquemos bien de ese Cuerpo, que desechemos su pecaminosidad y que creamos que aún aquí se está haciendo la voluntad de Dios.
“A algunos esto les puede parecer como un escándalo, pero es lo que Jesús hizo… Él quiere continuar haciendo su obra en la carne, a través de seres humanos, a través de Su Iglesia. Quizá nosotros queremos que sea de otra manera, pero las palabras de Jesús son un reto para todos nosotros: Benditos sean aquéllos que no han visto y han creído, por su testimonio”.