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 | Por Sheri Wohlfert

Crianza 101 - Cómo ser consistente y amoroso

Nuestros hijos necesitan muchas cosas. Necesitan diversión, aventura, fe, vegetales y una estructura consistente (¡no necesariamente en ese orden!). Ciertamente algunas de estas cosas son más deseables que otras, a los ojos de un niño, pero todas ayudan a criarlos fuertes y saludables. Una cosa en la que los expertos en crianza están de acuerdo, es en que los niños prosperan cuando se encuentran en un entorno donde las cosas están estructuradas, son confiables y consistentes. Hay días en los que nuestro tanque se agota y la disciplina constante puede requerir más energía de la que nos queda, por lo que aquí hay algunos consejos para mantener una paternidad constante y amorosa incluso cuando ceder y hacer felices a los niños parece más fácil.

  • ¡Haz un plan! Sé claro respecto a las expectativas y consecuencias para que no haya sorpresas, y asegúrate de tener esta charla cuando todos estén tranquilos y no en medio de un conflicto. Empieza poco a poco, aborda una o dos cosas a la vez.
  • Ora para ser guiado, ora para obtener fortaleza y ora en acción de gracias por las veces en las que ves mejoría. En momentos de confusión, detente y dile a tu hijo: "Las cosas no van bien en este momento, tomemos un minuto para orar y pedirle a Jesús que nos ayude a hacer lo correcto".
  • ¡La resistencia es inevitable! Habrá retroceso, así que levántate y prepárate para ello.
  • La estructura y la respuesta coherente crean un sentido de confianza y seguridad en los niños. Si un día pueden quejarse y conseguir lo que quieren, pero otro día, tras quejarse, no logran salirse con la suya, se sentirán confundidos e inseguros. El mensaje para ellos será "presiona con más fuerza".
  • Toma tiempo. Los comportamientos no van a cambiar de la noche a la mañana, pero si esos comportamientos se enfrentan con consecuencias y respuestas consistentes cada vez que ocurren, las cosas cambiarán.

La disciplina constante es la forma en que criamos a los grandes seres humanos y lo hacemos por amor. ¡No olvides pedir la ayuda del Padre que ama a nuestros hijos, incluso más que nosotros!