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 | Bishop Thomas A. Daly

Caminando Humildemente Juntos

Poco antes de mi instalación como obispo de Spokane en 2015, me enfrenté a una decisión crucial: El padre McNeese, rector del seminario Bishop White, se retiraba y necesitaba nombrar un sucesor. Mis experiencias como director vocacional y rector de seminario me enseñaron que el nombramiento de un rector para un seminario es una de las decisiones más importantes que el obispo tomará en su tiempo sirviendo al pueblo de Dios en una diócesis en particular. En ese momento, no conocía a todos los sacerdotes tan bien como ahora. Y, debido a que el nombramiento era tan importante, me propusieron que pidiera sugerencias a los sacerdotes sobre quién de sus hermanos pensaban que podría tener las cualidades necesarias para dirigir un seminario universitario.

Después de recibir comentarios de los sacerdotes y escuchar varios nombres presentados, elegí al Padre Daniel Barnett. Después de mi decisión, escuché a uno de los sacerdotes de la diócesis decir que, en todos sus años como sacerdote, un obispo nunca le había pedido su opinión sobre nada hasta entonces. Me alegro de haberles pedido consejo, aunque no puedo atribuirme el mérito de consultar a todo el presbiterio, cuando me sugirieron nombrar al Padre Barnett. Sin embargo, estoy agradecido de que todos los sacerdotes tuvieron la oportunidad de compartir su sabiduría y consejos. Obviamente, sintieron que sus voces habían sido escuchadas cuando fueron invitados a hacer sugerencias. Me parece que esto es lo que está detrás de la decisión del Papa Francisco al iniciar un proceso de consulta mundial, conocido como sínodo.

El objetivo del Papa de un sínodo mundial es dar a todo el pueblo de Dios (no solo a unos pocos asesores) la oportunidad de compartir ideas, esperanzas y sueños para la Iglesia de Cristo. La Santa Sede ha publicado un manual que se utilizará aquí en la diócesis, ya que se invita a los fieles a compartir sus metas, pensamientos y opiniones con respecto a la vida de la Iglesia. Es interesante notar que el manual contiene una frase particular que se repite una y otra vez: todo el pueblo de Dios.

La misión de la Iglesia requiere que todos en el pueblo de Dios caminen juntos, y que cada miembro desempeñe su propio e importante papel.

Se podría decir que el Papa Francisco quiere que esta consulta se extienda más allá de los que habitualmente participan en eventos similares. Con demasiada frecuencia, las voces más fuertes o prominentes en la Iglesia provienen de aquellos que están en el liderazgo, la academia o los medios de comunicación. Todas sus opiniones siguen siendo bienvenidas, pero mi sensación es que ya sabemos lo que piensan.

Ahora, a toda la Iglesia, a todo el pueblo de Dios, se le pide que desempeñe un papel en el discernimiento de la voluntad del Espíritu Santo para la Iglesia.

Ahora que nos acercamos a la Navidad, la cuestión de la sinodalidad puede parecer una abstracción. Y, sin embargo, al reunimos alrededor del Niño Jesús en esta Navidad y alrededor del Señor resucitado en la Eucaristía, también debemos preguntarnos: “¿Cómo está actuando Cristo dentro de la Iglesia ahora?” Recordamos que en su ascensión al cielo Jesús prometió que enviaría al Paráclito, el Espíritu Santo, para estar con la Iglesia. ¿Qué pide el Espíritu Santo a la Iglesia hoy? ¿Cómo actúa el Espíritu Santo en su vida, en la vida de su familia, en la vida de su parroquia, en la diócesis y en la Iglesia universal?

Estas no son preguntas fáciles, pero reflexionar sobre la voluntad de Dios y las señales del Espíritu Santo es a lo que estamos llamados a hacer y lo que San José y la Santísima Madre hicieron hace más de 2.000 años. Ellos estuvieron atentos a la voluntad de Dios. Estemos también atentos nosotros.

¡Feliz Navidad y que Dios los bendiga!