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San Pedro Claver Festividad: 9 de septiembre

Las vidas de hombres y mujeres santos son testimonio de que, con Dios, siempre debemos esperar lo inesperado: debemos ser barro suave en las manos del Señor, confiando en la bondad de su voluntad. La vida de San Pedro Claver no es una excepción.

Pedro Claver nació en Cataluña, España, en el año 1581. A la edad de 20 años, ingresó al noviciado jesuita y poco después comenzó a estudiar filosofía. Entonces sucedió algo inesperado.

Alonso Rodríguez, un hombre santo y portero del colegio donde Pedro estudió, comenzó a instar a Pedro a ser un misionero en las Américas. Aunque este era un camino diferente del que Pedro tenía en mente, escuchó la voz de Dios hablando a través de este portero santo.

Como resultado, este inesperado llamado terminó siendo el trabajo de su vida. En 1610, Pedro fue a Cartagena, Colombia, un centro de comercio de esclavos africanos en ese momento. A su llegada, Pedro comenzó a suplicar comida y luego a alimentar y cuidar a los esclavos cuando venían a Cartagena en barcos. Los esclavos tenían mucha necesidad de este cuidado, ya que eran brutalmente tratados y vivían en condiciones inmundas en los barcos. Él les haría saber que él estaba allí para servirles y ayudarlos.

Pedro hizo lo que pudo por los esclavos africanos, y con frecuencia instó a los propietarios de esclavos a tratar bien a estos esclavos. Pedro incluso se refirió a sí mismo como un esclavo de los esclavos en Cartagena, un testimonio de su amor y dedicación hacia ellos.

Además de cuidar a los esclavos, también ministró a los nativos de Cartagena. Se estima que alrededor de 300,000 personas fueron catequizadas y bautizadas por San Pedro Claver durante su tiempo en Cartagena. Al final de su vida, San Pedro Claver había tenido un tremendo impacto en la ciudad.

Aunque no tuvo mucho apoyo y se enfrentó a reacciones violentas durante su estancia en Colombia, San Pedro Claver persistió en la defensa de la dignidad de estos hombres y mujeres de África. A pesar del duro camino por el que viajó, su obediencia a la voluntad de Dios llevó a mucha gente a la fe—todo porque él había estado abierto a la inesperada llamada del Señor.