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 | Por Candace Bryant-Lester

Santa Margarita de Castello

(1287-1320) | Festividad: 13 de abril

Margarita de Castello fue canonizada como santa por el Papa Francisco, 701 años después de su muerte. Es un ejemplo no sólo de fe inquebrantable en el Señor, sino también de que toda vida tiene valor.

Margarita nació ciega, con enanismo y problemas físicos que la dejaron con una grave escoliosis, así como casi incapaz de andar. Estas deformidades obligaron a sus prominentes padres italianos a ocultarla del mundo, por lo que Margarita sólo conoció los confines de su habitación tapiada junto a una capilla, donde recibió instrucción religiosa y creció en la fe hasta la edad adulta. Sus padres oyeron hablar de sanaciones milagrosas en Città di Castello, así que la llevaron allí en busca de un milagro que sanara a su niña imperfecta. Sin embargo, no hubo milagro y la abandonaron allí. Los lugareños la cuidaron y, finalmente, fue acogida por monjas dominicas.

Margarita estaba agradecida a la gente del pueblo que fue tan amable con ella. Se dedicó a cuidar a los niños del pueblo mientras sus padres trabajaban, aprovechando para darles tareas adecuadas a su edad e instruirlos en la fe y el deber de amar tanto a Dios como al prójimo. También atendía a los enfermos, consolaba a los moribundos y visitaba a los presos, aprovechando sus pruebas para predicar con el ejemplo. A pesar de sus grandes dificultades, se dedicó a amar a todos los que se cruzaban en su camino.

Con el tiempo, Margarita se hizo dominica laica, y le dieron el hábito de la orden, el cual vestía a diario. Murió a los 33 años, y la multitud que asistió a su funeral exigió que fuera enterrada en la iglesia, no en el patio. Sus restos descansan bajo el altar de la iglesia de Santo Domingo de Castello.

Margarita fue beatificada en 1609 y canonizada en 2021 por el Papa Francisco.