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 | Por Mary Gates

Para Sor María Antonia, Su Trabajo Con Los Migrantes Es “contemplar El Rostro De Jesús en Los Rostros De Mis Hermanos Y Hermanas”.

El amor de la hermana María Antonia Cruz por las personas migrantes a las que sirve todos los días tiene sus raíces en su amor por Jesús, que ha guiado su vida desde el principio. “Nací en Tlaxcala, México, en una familia con tres niñas y un niño. Cuando era muy joven sentí mi vocación”, dice sor María Antonia. “Mi mamá supervisaba y ayudaba en todo a la parroquia. Yo crecí de esa manera. Conocí a diferentes hermanas, pero con las Hermanas Pasionistas supe de inmediato que debía ir con ellas. Tenía 15 años, mi padre me dijo que me quedara y me casara, pero yo le dije a él y a mi mamá que quería otro tipo de vida. Recuerdo que el 8 de mayo me trajeron para unirme a las hermanas. Desde ese día he sido muy feliz”.

La jornada de la hermana María Antonia incluyó años de formación, la realización de votos religiosos y extensos viajes para servir al pueblo de Dios en todo el mundo. “He estado en Roma, España, República Dominicana, El Salvador y Estados Unidos”, dice. “Vine a los Estados Unidos a principios de los 90 y tomé una clase de inglés. Desde ese día hasta hoy, he compartido mi vida con hispanos y migrantes de todo el país”.

Las Hermanas Pasionistas actualmente tienen 14 hermanas en cuatro comunidades, en los Estados Unidos. Viviendo en comunidad y sirviendo a los pobres y necesitados, las hermanas dan su vida por amor a Cristo a cada persona que encuentran.

“Después de estar en Lansing durante aproximadamente un año y medio, fui a Illinois, Nebraska y luego regresé”, dice la hermana María Antonia.

El trabajo de la hermana María Antonia se encuentra actualmente en el condado de Clinton, donde entabla relaciones con personas que de otro modo no tendrían acceso a los servicios de la Iglesia. Sus esfuerzos incluyen visitas diarias a granjas donde trabajan muchas personas migrantes, estudios bíblicos internos, así como hablar y orar con los trabajadores, después de jornadas de 12 horas y sin transporte, no tienen el tiempo ni los medios para asistir a los programas de la iglesia o incluso a la Misa.

“La superiora de mi orden religiosa nos describe como personas que realizan múltiples tareas. Visitamos a los enfermos, vamos al hospital, ayudamos con las quinceañeras, realizamos programas de RICA y ayudamos a las parroquias. Estamos tratando de satisfacer las necesidades de la gente”, dice la hermana María Antonia. “En este momento están atravesando por un gran desafío. La formación es difícil, porque muchos creen en Dios, pero tienen pocos momentos para la Misa u otras cosas. Algunas personas quieren los sacramentos, pero el tiempo es un verdadero reto para ellos. Para participar en el programa RICA, deben tener la catequesis por grupo, pero no necesariamente tienen el tiempo. ¿Qué podemos hacer por la gente? Tienen fe, pero su situación es complicada.

“Intento visitarlos para rezar el Rosario. Me quedo en las granjas y hablo con ellos. Rezo con ellos, pero están trabajando, así que camino de un lugar a otro para darles el alcance. Para Adviento, tenemos un retiro por la cantidad de tiempo que les convenga. En mayo intentamos que muchas familias recen el Rosario. Las personas que abren sus casas invitan a otras, así conocemos más gente. Aprovecho la oportunidad para brindarles un poco de información.

“La fundadora de mi orden dice que ayudar a los necesitados no es una locura. Me gusta esa frase, porque creo que esta es la realidad con las personas migrantes. Realmente no hago nada para cambiar su situación, pero comparto mi tiempo con ellos. Se sienten reconfortados”.

La hermana María Antonia cree que su multitarea se reduce a un elemento no negociable: “Visito, conozco gente y veo sus necesidades, pero realmente las invito a conocer a Jesús. Es difícil ir a donde sea que voy, pero me siento bien por eso”, dice. “Este es el trabajo de la Iglesia. Creo que necesitamos aún más de la Iglesia: compromiso, personas para visitar y para apoyar a las que son migrantes”.

El trabajo de la hermana María con los migrantes, aunque duro, es la misión que Dios le ha invitado a realizar, y no deja de tener las gracias y los consuelos que se obtienen al seguir a Jesús. “Amo mi vida. Amo que esta sea contemplar el rostro de Jesús en los rostros de mis hermanos y hermanas. Esta es mi razón para quedarme con los migrantes”.


¿Quiere ayudar? Comuníquese con la directora del Ministerio Hispano de la Diócesis de Lansing, Susana Chapa, schapa@dioceseoflansing.org.

Sister Maria's Work with Migrants-English