
Decir "sí” a Dios cada día durante el Adviento
La mañana del 7 de agosto de 2011, salí a hurtadillas de la cama para ir a buscar dos tazas de café en el vestíbulo del hotel. Cuando volví a la habitación y tanteé con la tarjeta-llave, me asaltó un pensamiento: “Ahora soy un hombre casado, ¡y esto es para siempre!”. Evidentemente, antes había considerado las ramificaciones de los votos que Cait y yo habíamos intercambiado el día anterior. Pero, de repente, la alegre y pesada realidad del día anterior me detuvo en seco.
La mañana del 7 de agosto de 2011, salí a hurtadillas de la cama para ir a buscar dos tazas de café en el vestíbulo del hotel. Cuando volví a la habitación y tanteé con la tarjeta-llave, me asaltó un pensamiento: “Ahora soy un hombre casado, ¡y esto es para siempre!”. Evidentemente, antes había considerado las ramificaciones de los votos que Cait y yo habíamos intercambiado el día anterior. Pero, de repente, la alegre y pesada realidad del día anterior me detuvo en seco.
Aunque no albergaba ni una sola duda ni una pizca de preocupación respecto a nuestro recién formado matrimonio, seguía necesitando decir “sí” otra vez. Y otra vez. Y otra vez. Y otra vez. El día de nuestra boda, habíamos emprendido una nueva misión juntos y con el Señor, y las consecuencias de aquella decisión siguen desplegándose cada día. Aquel glorioso día de agosto se trazó ante nosotros un camino, y empezamos a recorrerlo, pero el principio no fue suficiente. Los votos matrimoniales exigen un nuevo compromiso diario de amarnos, protegernos y servirnos mutuamente.
¿Has pensado alguna vez qué pensamientos debieron de pasar por la cabeza de María la mañana siguiente a la Anunciación? Su confiado y glorioso asentimiento a la singular invitación de Dios había puesto en marcha una nueva misión salvífica. El papel de María en el asombroso plan de Dios para la humanidad no sólo tiene que ver con su “sí” inicial, sino también con su “sí” diario. Su fidelidad comenzó antes de la visita de Gabriel y se profundizó después.
Aunque la vida de María no siempre fue fácil, siguió diciendo cada día “sí” al plan de Dios con fidelidad, humildad y alegría. A medida que avanzamos en el tiempo de Adviento, es un momento perfecto para pedir a nuestra Santísima Madre que nos ayude a confiar en Jesús, y no sólo en los grandes momentos, sino a través de los sufrimientos, los retos, las alegrías y las victorias de cada día.
Nuestro camino con el Señor dará muchos giros y vueltas, pero los cimientos de nuestra vida no tienen por qué tambalearse si seguimos mirándole y diciendo “sí”. Nunca te arrepentirás de imitar el inquebrantable compromiso de María de cooperar con la voluntad de Dios. Catorce años después, sigo preparando café a Cait cada mañana, un pequeño compromiso diario con nuestro matrimonio. Jesús no necesita café, pero sin duda quiere nuestra fidelidad.
Pete Burak es vicepresidente de Renewal Ministries. Tiene un máster en Teología y es orador habitual en eventos para jóvenes y adultos jóvenes.