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 | Por Veronica Szczygiel, Ph.D.

Deja que las Escrituras de Adviento iluminen tu camino

Durante el Adviento, emprendemos un camino espiritual para encontrar al niño Cristo. Cada vela de la corona tiene un significado único que ayuda a iluminar nuestro camino.

 

Primer Domingo: Esperanza.

En la segunda lectura de hoy, San Pablo escribe: “la salvación está ahora más cerca… La noche está muy avanzada y se acerca el día”. (Rm 13, 11-12) No importa cuán sombrías parezcan las cosas, Dios nos levanta prometiéndonos la luz de la salvación. Podemos reflexionar: ¿Cuáles son los lugares oscuros de mi vida donde Dios ha hecho brillar su luz? ¿De qué tengo esperanzas?

Segundo Domingo: Fe.

El Evangelio de hoy nos recuerda que seremos juzgados, ya que Dios “recogerá su trigo en el granero y quemará la paja en un fuego inextinguible”. (Mt 3, 12) Pero las lecturas también nos dan un conjunto de instrucciones sobre cómo vivir nuestra fe: “Sean mutuamente acogedores, como Cristo los acogió a ustedes para la gloria de Dios”. (Rm 15, 7) Si verdaderamente amamos a todos, seremos el trigo precioso recogido por nuestro Dios. Reflexionemos: ¿cuándo he recibido a otros en mi vida y los he amado de verdad? ¿De qué manera puedo hacer esto ahora?

Tercer Domingo: Alegría.

La gracia de Dios es tan redentora que incluso “¡Regocíjese el desierto y la tierra reseca, alégrese y florezca la estepa!”. (Is 35, 1) Dios promete que los “desiertos” en nuestras vidas serán llenados, y esta gozosa promesa de salvación debería ayudarnos a “¡Sean fuertes, no teman!” (Is 35, 4) Por tanto, reflexionemos: ¿Dónde ha florecido la gracia de Dios en los desiertos de mi vida? ¿De qué maneras tengo miedo y cómo puedo usar la promesa de salvación de Dios para fortalecerme?

Cuarto Domingo: Paz.

Dios también nos promete su paz sanadora al enviar a su Hijo a nuestro mundo quebrantado: “La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel, que traducido significa: ‘Dios con nosotros’”. (Mt 1, 23) Al hacerlo, somos “llamados por Jesucristo… a ser santos”. (Rm 1, 6-7) Debemos sentirnos en paz sabiendo que la poderosa presencia de Dios está entre nosotros. También debemos sentirnos animados a traer la paz a nuestro mundo, tal y como estamos llamados a hacer. Podemos reflexionar: ¿Cómo ha traído Dios paz a mi corazón? ¿Cómo puedo llevar paz a los demás?

Hemos llegado al final del Adviento. ¡Alegrémonos ahora, porque el Señor está con nosotros!


Veronica Szczygiel, Ph.D., es la subdirectora de aprendizaje en línea, en la Escuela de Graduados en Educación de la Universidad de Fordham.

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