| Por Pete Burak

Catecismo Parte III

Vida en Cristo

Mi hijo no siempre se da cuenta de la fuerza que puede generar con su pequeña mano derecha o su diminuto pie izquierdo. Un combate de lucha cualquiera en el suelo rápidamente se convierte en mí retorciéndome de dolor mientras él  cariñosamente da un golpe con la fuerza suficiente para hacer llorar a un hombre adulto. Los católicos a menudo viven como mis hijos, felizmente inconscientes del inmenso poder que habita dentro de nosotros. Trágicamente, esta ignorancia nos roba la misma vida para la que Dios nos creó: una de libertad, amor y alegría, en lugar de miedo, esclavitud y desesperación.

Por la naturaleza de nuestro bautismo, tenemos acceso a un poder alucinante: la fuerza que habló a la creación y vino a la existencia, que destruyó el poder del pecado y la muerte. En el párrafo 1694 del Catecismo, se nos recuerda esta sorprendente realidad: “Incorporados a Cristo por el bautismo, los cristianos están ‘muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús’, participando así en la vida del Resucitado”. LA VIDA DEL SEÑOR RESUCITADO ES SUYA. Permítase un momento para lidiar con esa declaración. El Hijo de Dios, la segunda persona de la Trinidad, el Verbo Encarnado, el Mesías, el Pan de Vida, el Alfa y Omega todopoderoso, omnisciente y omnipresente, la vida ahora es suya. ¿Y eso qué significa? San León Magno nos lo explica en el CIC 1691: “Cristiano, reconoce tu dignidad. Puesto que ahora participas de la naturaleza divina, no degeneres volviendo a la bajeza de tu vida pasada. … Acuérdate de que has sido arrancado del poder de las tinieblas para ser trasladado a la luz del Reino de Dios”.

La Parte III del Catecismo se enfoca en la “Vida en Cristo”, que resume tanto la vida espiritual y mística que recibimos a través de nuestra adopción como hijos e hijas de Dios, como las pautas morales que se requieren para permanecer y florecer en nuestra nueva familia.

Si bien lo que se debe y no se debe hacer recibe toda la atención, se basan en las mejores noticias de todos los tiempos. La muerte nos llega a todos, y la humanidad no tenía esperanza de vida después de esta. Pero ahora, por medio de Jesús, todo es diferente si perseveramos en nuestra fiel respuesta. Como nos desafía el párrafo 1696, “El camino de Cristo ‘lleva a la vida’, un camino contrario ‘lleva a la perdición’. La parábola evangélica de los dos caminos está siempre presente en la catequesis de la Iglesia. Significa la importancia de las decisiones morales para nuestra salvación. ‘Hay dos caminos, el uno de la vida, el otro de la muerte; pero entre los dos, una gran diferencia’”

No sea como mis hijos. Reconozca el poder de Dios en usted, ya que le libera ahora y le prepara para el cielo. La vida de Cristo es nuestra si la queremos, creemos y obedecemos.


Pete Burak es el director de i.d.9:16, el programa de alcance a jóvenes adultos de Renewal Ministries. Tiene una maestría en teología y es un orador frecuente sobre evangelización y discipulado.