Tal vez la afirmación más profunda y sorprendente del cristianismo se centra en el hecho de que Jesús de Nazaret murió en una cruz, fue sellado en una tumba y tres días después, ya no estaba allí.
Las Escrituras nos dicen muy claramente que “amemos a nuestro prójimo”, pero ¿qué pasa cuando el prójimo en cuestión es un niño que aparece en la puerta de su casa a todas horas?
El término “discípulo misionero” ha sido uno popular utilizado para resaltar y motivar a los católicos a tanto abrazar como vivir consistentemente nuestra responsabilidad.
Estoy redactando estas palabras el 11 de octubre de 2022, cuando se cumple el 60.° aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, sin duda el evento eclesial más trascendental del siglo XX.