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 | Por Sheri Wohlfert

Más consejos para criar niños que sean GRANDIOSOS HUMANOS

Como decÍa en nuestra última columna, la crianza de los hijos puede ser un trabajo complicado, pero en realidad todos tenemos el mismo objetivo: Criar niños que sean grandes humanos y fieles discípulos de Jesús. La cultura en la que estamos criando a menudo va en contra de ese objetivo, así que aquí hay algunos consejos más para criar niños que son geniales y geniales para los demás.

No todo es fabuloso. En este mundo donde todo debe ser "super duper" se está diluyendo la percepción de grandeza que tienen nuestros hijos. Debemos ser honestos con nuestros hijos y ser específicos con nuestros elogios. No todo lo que hacen, dicen o crean es increíble. Necesitan saber que nuestro amor por ellos no está relacionado con el lugar donde terminan o el premio que reciben. Necesitan saber que llegar en último lugar u obtener una "C" no terminará en desastre.

El servicio desarrolla la compasión. Jesús les dijo a los apóstoles que él vino a servir, no a ser servido, y nosotros debemos no solo enseñar eso a nuestros hijos, sino también asegurarnos de proveerles muchas oportunidades para que hagan crecer sus corazones serviciales. El servicio verdadero se realiza por amor y compasión y no requiere un certificado o un reconocimiento en las redes sociales. Servimos porque Jesús nos lo pidió.

Di las palabras claves. Las dos palabras más importantes que podemos decir para ayudar a cada uno de nuestros hijos a ser grandes son, "¡Te amo!" Necesitan sentirlas, escucharlas y verlas todos los días. Amar verdaderamente a nuestros hijos significa todas las cosas en esta lista. Cada otoño, los niños regresan a mi salón de clases para contarme sobre su verano, y las mejores historias no son sobre las cosas brillantes y elegantes que hicieron, sino sobre las cosas simples que solo requieren el tiempo, el amor y la atención de sus padres.

Haz lo más importante a diario. Ora por tus hijos todos los días. Ora para verlos como Dios los ve y ora por la guía para ayudarlos a convertirse en quienes él los creó para ser, no en quien piensas o quieres que sean. Bendice a tus hijos en la frente todos los días para recordarles que en su bautismo fueron reclamados por Cristo y podemos confiar en que él nos ayudará a ser grandes.