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Por Steve y Bridget Patton

Él dice: Deberíamos invitar a los compañeros de cuarto de nuestro hijo para la Navidad

Los compañeros de cuarto de la universidad de nuestro hijo no tienen donde ir para la Navidad porque sus padres viven demasiado lejos. Quiero invitarlos a nuestra cena de Navidad, pero Terri dice: "¡De ninguna manera!"

Ella dice: La Navidad es la única época del año en la que nuestra familia puede estar reunida.

La Navidad es mi fiesta favorita – y es la única época del año que estamos todos juntos como una familia. Sé que suena egoísta para Phil, pero realmente no quiero gente desconocida aquí en esta fiesta especial.

¿Qué hacer?

Supongamos que usted vivió en Belén hace 2,000 años y un desconocido, lejos de su casa y viajando con su esposa embarazada, vino a tocar su puerta pidiendo comida y refugio ¡Bueno, es la primera víspera de Navidad, y, sí, ahora estoy dándole un sentimiento de culpa!

Cada familia debe cuidar a las personas necesitadas, lo que incluye a los estudiantes universitarios lejos de casa. Como dice San Juan Pablo II: “De manera especial, la familia cristiana está llamada a practicar la hospitalidad, imitando el ejemplo de Cristo” (Familiaris Consortio, 44).

Por supuesto, debe haber un equilibrio. También es importante que las familias protejan su vida familiar, que a veces puede verse amenazada incluso por acciones generosas. Ocasionalmente incluso una buena intención necesita ser sacrificada por un bien mayor.

¿Entonces que hay que hacer? Para empezar, Phil y Terri deberían ver la generosidad hacia otros y la preservación de la vida familiar no tan fundamentalmente opuesta, sino complementaria. Deben proteger su vida familiar no de la generosidad hacia los demás, sino más bien de ella.

Por ejemplo, si su vida familiar no anda bien, tal vez no sería el momento adecuado para dar la bienvenida a un extraño, ni siquiera para una cena. Pero tenga en cuenta también que a veces el acto de generosidad de una familia herida hacia alguien en necesidad puede servir para la sanación de esta.

En pocas palabras: Toda familia, ya sea herida o sana, debe amarse unos a otros no sólo por su propio bien, sino también para que puedan amar mejor al desconocido. Así como Dios quería que el amor original de Phil y Terri se trasladara a un amor que diera la bienvenida a los demás (sus hijos), él también quiere que su amor familiar se derrame en un amor que da la bienvenida a otros fuera de su familia.

San Juan Pablo II resumió la misión de cada familia: “guardar, revelar y comunicar el amor”. Sí, Phil y Terri deben guardar el amor que tienen los miembros de su familia el uno por el otro. Pero ellos deben guardarlo no para acumularlo, sino para que lo revelen y lo comuniquen con mayor abundancia.

Steve y Bridget Patton tienen maestrías en teología y consejería y sirven como ministros de vida familiar para la Diócesis de Sacramento.